Esta obra de Laila Ripoll forma parte de la “Trilogía de
la memoria”: Atra bilis, Los
niños perdidos y Santa Perpetua. Dicha
obra se ambienta en la España de los años 40 y 50, por tanto, en el final de la
Guerra Civil y la posguerra. En ella, la autora nos quiere transmitir la
realidad que se vivía en el momento, pero lo hace a través de la mirada
inocente de unos niños. Estos son hijos de los perdedores de la guerra, niños
que se encontraban abandonados, huérfanos o cuyos padres estaban presos o
fusilados.
Los protagonistas de la obra son: Cucachica, Marqués,
Lázaro y Tuso. Ellos representan a aquellos niños de la posguerra que tuvieron
que pagar las consecuencias de la tragedia y que debían seguir adelante sin
ningún apoyo, ni familiar ni social. Pues, era la sociedad misma la que se
encargó de que estos pequeños se sintiesen la escoria del país, solamente por
ser familiares de republicanos y por no ser capaces de entender qué estaba
pasando.
Se trata de una situación tremendamente injusta, ya que
estos cuatro niños malvivían encerrados en un desván, malnutridos y aislados
del exterior. El único contacto que tenían era la visita de una monja que les
llevaba algo de comida putrefacta y la que los maltrataba hasta acabar con sus
vidas. La entrada de la monja producía un tremendo terror; en ese desván ella era
la representación del régimen dictatorial, figura máxima del poder y a quien
debían de respetar, o atenerse a las consecuencias.
Las consecuencias no podían ser otras que la violencia
desproporcionada a unos chicos indefensos que no podían rebelarse ni escapar.
Caracterizados por el miedo continuo y por la esperanza de que sus padres los
rescatasen de allí y así acabar con ese infierno que no les dejaba vivir una
infancia normal.
CUCACHICA Me acuerdo de mi mamá y me hago pis, me
acuerdo de mi tía Mariló y también, me acuerdo de la enfermería de la cárcel y
me meo del todo, me acuerdo de la celda donde estaba mi mamá con muchas más y
ya ni te cuento. Y si pienso en cosas de ahora, pues mucho peor, porque ya no
está mi mamá para cogerme en brazos y darme un beso.
La influencia de la Dictadura y de la Iglesia se refleja en
los niños constantemente pero de forma inconsciente. Los comentarios de los
pequeños, el instinto de supervivencia, las canciones… son pruebas del poder que
ejercen estas dos grandes fuerzas sobre ellos; aunque su inocencia no les deje
ver del todo hasta qué punto les va a marcar en su futuro:
LÁZARO ¡Cuca!
¡Cucachica!
MARQUÉS No le llames, déjale, que espabile el meón
ése.
LÁZARO ¡Cucachica! ¿Dónde te has metido?
MARQUÉS No le llames, que si aparece vamos a tocar a
menos
LÁZARO ¡Como
sigas comiendo te parto las patas!
TUSO Alabado sea el Santísimo
Sacramento del altar
Y de la Virgen concebida
Sin pecado original.
LÁZARO y MARQUÉS Mis camaradas
fueron a luchar,
el gesto alegre
y firme el ademán.
La vida a España
dieron al morir;
hoy grande y
libre nace para mí.
Estos niños no se dan cuenta de que están muertos hasta
el final de la historia. Parece paradójico que durante su corta vida hayan
perdido tanto, y en el momento en el que
pierden la vida ya no son conscientes de ello, parece no tener más importancia.
Cuando se enteran de su situación la reacción no es de miedo, sino confusión.
El miedo aparecía cuando debían soportar las palizas y los golpes, pero una vez
que saben que están muertos, solo se sienten confundidos por un momento. La
muerte para ellos significa la libertad. Es el momento de salir del desván, de
la imaginación de Tuso y deshacerse de una vida trágica.
LÁZARO ¿No te das cuenta? Sólo existimos en su
memoria.
CUCA ¿De verdad?
LÁZARO De verdad
CUCA Pues entonces ya no tengo miedo
MARQUÉS Yo tampoco, los fantasmas no existen
LÁZARO Entonces ¿tú
qué eres, melón?
CUCA A lo
mejor, hasta podemos salir y dar un susto a las cocineras…Bibliografía: RIPOLL Laila, Los niños perdidos, Introducción de Francisca Vilches de Frutos, Ediciones KRK A Escena, Oviedo 2010
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